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Espiritualidad no es un show para ser exhibido en búsqueda de aplausos. Es claro que, en encuentros públicos (cuyos objetivos son la oración y la devoción a Dios), nuestros actos son inevitablemente vistos. El problema es cuando nuestros actos de fe se tornan nada más que un «show» para impresionar a los otros. Dios no está buscando actores. Él busca personas sinceras.
Su cuarto es un lugar increíble de poder. Allí, o en cualquier lugar lejos de los ojos de otras personas, usted puede conversar con Dios. Derramar sobre Él sus ansiedades y sus miedos. Pedir dirección. Llorar. Sonreír. Presentar sus sueños y planes futuros. Arrepentirse de sus errores. Buscar fuerzas para continuar en la lucha y vencer.
Infelizmente, ni todos usan ese poder. Creen que Dios ya sabe lo que necesitan, y por eso, no hay necesidad de orar. Dicen que no tienen tiempo o que no se sienten a voluntad. No saben lo que están perdiendo.
Un viejo dicho cristiano dice: “Quien permanece de rodillas no se tropieza.» Más, según el pensamiento de Jesús, además de no tropezar, quien permanece de rodillas es recompensado públicamente.
Tal ve la causa de su vergüenza pública sea su orgullo de no curvarse y orar cuando está solo.
¿Y si, ahora, usted cerrara la puerta, doblara sus rodillas y hablara con Dios por un minuto?